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El Día de la Madre está a la vuelta de la esquina, y si bien esta celebración es un momento oportuno para colmar a mamá de ramos de flores, dulces y tarjetas emotivas, me he encontrado reflexionando sobre qué es la maternidad y qué significa para mí. Ser madre tiene una forma de cambiar la perspectiva sobre casi todo; se vuelve parte esencial de nuestro ser, de nuestra identidad. En mi caso, cuando todo parece abrumador o el trabajo no da tregua, mis hijas me ayudan a centrarme en lo que realmente importa. Ellas son mi mundo. Al conversar con mis hijas, se desvanecen todas las preocupaciones y los contratiempos del día, dejando solo un sentimiento fuerte y claro: la esperanza.

Me llena de esperanza saber que puedo criar a dos pequeñas que formarán parte de la próxima generación. Ese privilegio me permite influir en lo que aportarán al mundo a medida que crecen: cualidades como la bondad, la paciencia y la capacidad de recuperación. Lo que más deseo es que, siendo su mamá, les haya mostrado esas cualidades con mi ejemplo, y que puedan aplicarlas al salir al mundo y crecer. 
 

"Ser madre tiene una forma de cambiar la perspectiva sobre casi todo... Al conversar con mis hijas, se desvanecen todas las preocupaciones y los contratiempos del día, dejando solo un sentimiento fuerte y claro: la esperanza".


Pero aunque celebro todo lo que significa ser madre y la esperanza que siento al criar a mis hijas, debo admitir que el camino hacia la maternidad no fue fácil y que me costó mucho ganar la esperanza.

La experiencia del embarazo y del parto con mi primera hija fue lo que describiría como algo típico. Todo salió más o menos según el plan, y por eso estoy agradecida. Pero con mi segunda hija, mis expectativas de otro embarazo y parto "típicos" se derrumbaron a las 30 semanas, cuando se me rompió la fuente y me internaron en el hospital para recibir atención antes del parto. Unos días más tarde, mi hija nació y de inmediato la llevaron a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, mientras yo permanecí en el hospital para recuperarme del parto. Esa cruda sensación de acabar de ser madre y de no tener a mi bebé conmigo es una herida que llevo hasta el día de hoy. Mientras estaba sentada en la cama del hospital, mi mente no se detenía, sin certezas sobre si mi hija estaría bien, si crecería sana o si viviría.

El día que salí del hospital, me sentí vacía. Al salir del hospital sin mi bebé, tuve la sensación clara y persistente de que lo que estaba viviendo no era el orden natural de las cosas.

Los días y semanas después se fundieron en una memoria colectiva de fatiga y ansiedad abrumadoras, pero también de concentración singular. Durante el agotamiento, me concentré en conseguir lo que necesitaba. Tras esta experiencia, adquirí una capacidad de recuperación sólida e inflexible. Fue un momento crucial en mi vida, que me enseñó que si podía sobrevivirlo, podría enfrentar cualquier cosa. Después de ese momento, sentí un cambio profundo en mi manera de percibir la maternidad y de criar a mis hijas. Quería que supieran que nunca somos productos de nuestras circunstancias. Me di cuenta de que mis prioridades habían cambiado y tenía más perspectivas sobre lo que realmente importaba. ​​​​​​​Hasta el día de hoy, mientras mis niñas estén sanas, seguras y felices, siento que estoy haciendo lo correcto por ellas.

La capacidad de recuperación que adquirí a lo largo de mi maternidad me ha sostenido en los momentos más complicados y sigue guiándome en mi vida profesional, personal y como madre.

Este Día de la Madre, deseo que esta historia les recuerde a otras madres su propia fuerza, y que la capacidad de recuperación de su pasado se eclipse solo por su esperanza de futuro.

 

Acerca del autor:

Danielle Barry es vicepresidenta sénior y directora operativa de Valley Children's Healthcare. Danielle se unió a Valley Children's en 2011 años y se desempeñó en funciones de liderazgo en diversas áreas, como la gestión del ciclo de ingresos y la contabilidad de los pacientes. Miembro del Comité de Atención Centrada en los Pacientes y sus Familias de Valley Children's y madre de una universitaria graduada de la unidad de cuidados intensivos neonatales, Danielle actúa como defensora de los padres y se apasiona a la hora de contribuir con las iniciativas de Valley Children's para proporcionar la mejor experiencia para el paciente. En su tiempo libre, le gusta pasar tiempo con sus dos hijas en su granja y viajar a cualquier lugar cerca del océano.

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