El trastorno por déficit de atención e hiperactividad se divide en 3 subtipos: síntomas de hiperactividad, síntomas de distracción o síntomas de ambas.

Los investigadores descubrieron que los genes aumentan las probabilidades de desarrollar trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Hay estudios que han demostrado que el trastorno se relaciona con la genética. En algunos casos, se descubre que los padres tienen el trastorno cuando se le diagnostica a su hijo.

Según el Instituto Nacional de Salud Mental, los síntomas pueden aparecer ya entre los 3 y 6 años. También pueden aparecer más adelante, durante la niñez o la adolescencia.

Los medicamentos estimulantes reducen la hiperactividad y la impulsividad. También ayudan al niño a concentrarse, aprender y mantener la calma. Pero algunos niños no pueden recibir estimulantes; para ellos hay otros medicamentos disponibles. El medicamento que se recete dependerá del niño. Lo que funciona para un niño podría no funcionar para otro.

La terapia conductual enseña al niño a controlar su conducta. Los padres pueden aprender a utilizar un sistema de recompensas y consecuencias para cambiar la conducta de su hijo. Mediante este sistema, los padres responden de forma positiva de inmediato ante una conducta que desean incentivar. De este modo, se ignora o desvía la conducta que se desea desalentar. Los padres también pueden aprender a reestructurar el tiempo y las tareas del niño de modo que no se sienta abrumado.